Estábamos súper cómodos en nuestra habitación, totalmente entregados al sueño entre las sábanas de la cama, así que imaginarás nuestro sobresalto cuando sonó el teléfono y el personal de recepción nos dijo que ya nuestro guía estaba esperándonos en el lobby para visitar con nosotros la fábrica La Rojeña.
Fer y yo saltamos de la cama, encendimos las luces (las cortinas que cancelan la luz exterior son nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo, según sea el caso), nos vestimos a toda prisa y en 5 minutos estábamos listos para iniciar nuestro segundo día en Tequila, Jalisco. Ese día conoceríamos la fábrica de tequila de Mundo Cuervo.
Apenas entramos y Luis, nuestro guía, nos comentó que La Rojeña es la destilería más antigua de América Latina, fundada en 1812. Sin embargo, la familia Cuervo ya producía mezcal y vino mezcal (como se le llamaba antes al tequila) desde el siglo XVIII.
Una gran historia de tequila en La Rojeña
Frente a una pequeña colección de hermosos autos empleados para la operación de la fábrica o transporte personal de los propietarios entre las décadas de 1920 a 1940, nos enteramos cómo de tener una pequeña producción local en sus inicios, hoy Mundo Cuervo cuenta con oficinas comerciales en Nueva York, Londres y Hong Kong, oficinas corporativas en Ciudad de México y Guadalajara, al tiempo que La Rojeña, La Rojeña II y Los Camichines se encargan de la producción a gran escala de este destilado de agave.
Llegamos después a un patio y pudimos observar el arribo de un camión repleto de pesadas “piñas” de agave, el centro de las plantas ya sin pencas, que fueron descargadas y partidas por la mitad ante nuestros ojos por personal de La Rojeña. ¡Cada piña puede pesar más de 50 kilos!
En este patio vimos también cómo las piñas son introducidas en hornos de piedra para ser cocidas al vapor por 38 horas y así conseguir que la planta libere sus azúcares. Es este proceso el causante de que en el interior de la fábrica de tequila La Rojeña y también a sus alrededores flote en el aire un delicioso aroma dulce.
Un interior increíble
Ya en el interior de la fábrica, en el área de descarga de hornos, Luis nos dio a probar un pedacito de agave cocido, ¡estaba riquísimo! Como mascar una combinación de caña de azúcar y fruta en almíbar. Mientras tanto, nos explicó que se requieren 7 kilos de agave tequilana weber para producir un litro de tequila.
Vimos también cómo el agave cocido se exprime para obtener sus jugos y el bagazo se aparta para posteriormente ser empleado como abono en los campos. El jugo obtenido pasa después por las fases de fermentación, destilación y filtrado. Estos últimos procesos tienen lugar en lo que parece ser un laboratorio científico, con enormes contenedores, alambiques, indicadores y tubos por todos lados.
¿Qué sigue? El almacenamiento en barricas y posterior embotellado del mágico elixir que ya puede llamarse tequila luego del proceso de metamorfosis que ha atravesado: de los verdes campos de agave azul, hasta hogares, restaurantes y bares del mundo entero.
Luego de esta intensa aventura colmada de información que nos pareció súper interesante, acudimos a la tienda de souvenirs de Mundo Cuervo y compramos una botella de Jose Cuervo Reposado y una cajita de chocolates con tequila. ¿Creerás que nos supieron más ricos que nunca?
Volvimos a nuestra cómoda habitación de categoría “Aguamiel” en el Hotel Villa Tequila, ¡súper recomendada! Nos bañamos con calma y nos pusimos guapos para comer en el restaurante del hotel. Ya en otra oportunidad te hablaremos de la rica comida de este lugar.
Por ahora nos despedimos, no sin antes invitarte a visitar los campos de agave de Mundo Cuervo y la fábrica La Rojeña, para que así veas cómo surge de la tierra esta bebida tan mexicana. Para amar hay que conocer, dicen por ahí.